¿Qué es la fiebre?
La fiebre ocurre cuando el “termostato” interno del cuerpo aumenta la temperatura corporal por encima de su nivel normal. Este termostato se encuentra en una parte del cerebro llamada hipotálamo. El hipotálamo sabe a qué temperatura debe estar el cuerpo (habitualmente alrededor de los 98,6 ºF o 37 ºC) y envía mensajes al cuerpo para mantenerla a ese nivel.
La temperatura corporal de la mayoría de la gente incluso varía un poco a lo largo del día: suele ser un poco más baja por la mañana y un poco más alta por la tarde, y puede variar cuando los niños van de aquí para allá, juegan o hacen ejercicio.
De todos modos, a veces, el hipotálamo “reajusta” el cuerpo a una temperatura más alta en respuesta a una infección, enfermedad o alguna otra causa. ¿Por qué? Los investigadores creen que aumentar el calor corporal es una forma que tiene el cuerpo de luchar contra los gérmenes que causan las infecciones, al convertirlo en un lugar menos cómodo donde estar.
¿Cómo tomar la temperatura?
Para tomar la temperatura, se puede elegir entre varios tipos de termómetros, incluidos los termómetros orales, rectales, de oído (timpánicos) y de frente (de la arteria temporal).
Los termómetros orales y rectales generalmente proporcionan la medición más precisa de la temperatura corporal central. Los termómetros de oído o de frente, aunque son convenientes, proporcionan mediciones de temperatura menos precisas.
¿Por qué se produce la fiebre?
La fiebre es un mecanismo de defensa de nuestro organismo frente a los gérmenes. Cuando un germen nos ataca, el hipotálamo, que es el encargado de regular la temperatura corporal aumenta nuestro calor por encima de sus niveles normales, que rondan los 36ºC – 37 ºC en función de la persona.
Hay muchas razones por las cuales puede tener fiebre. Las más comunes son las infecciones víricas, agudas y benignas, como las respiratorias, que suelen ir a acompañadas de tos y mocos; las gastrointestinales, que cursan con vómitos, diarrea y dolor abdominal; o las urinarias, con vómitos y rechazo de alimentos. Una vacunación reciente, la aparición de los primeros dientes o el exceso de abrigo también causan fiebre.
¿Cuáles son los síntomas de la fiebre?
Son síntomas inespecíficos, muy variables de unas personas a otras, y distintos también según la enfermedad que es causa de la fiebre.
Los más comunes son dolor de cabeza, dolores musculares generalizados, o más localizados en la región lumbar, dolores articulares y somnolencia. Los escalofríos ocurren durante el ascenso de la temperatura, y son el reflejo del aumento de actividad muscular que el centro termorregulador ordena para aumentar la temperatura corporal.
La irritabilidad o el delirio aparecen con más frecuencia en personas mayores, mientras que las convulsiones febriles son típicas de los niños menores de cinco años.
Los síntomas más habituales son:
- Dolor de cabeza.
- Dolores musculares.
- Escalofríos.
¿Cuáles son las causas de la fiebre?
La fiebre está relacionada habitualmente con la estimulación del sistema inmunitario del organismo, ya que ayuda a combatir a determinados organismos que causan enfermedades.
Entre las causas más comunes están:
- Trastornos inflamatorios o autoinmunitarios.
- Coágulos de sangre y tromboflebitis.
- Medicamentos (algunos antibióticos, antihistamínicos y anticonvulsivos).
- El abuso de anfetaminas y la abstinencia de una sustancia psicotrópica en un adicto a ella.
- La recepción de calor emitida por maquinaria industrial o por insolación.
- El primer síntoma de un cáncer puede ser fiebre.
¿Qué hacer en caso de fiebre?
Lo primero que tienes que hacer si tienes fiebre es no ponerte nervioso, sobre todo si se trata de fiebre baja o moderada. Pero si la fiebre aumenta es recomendable acudir al médico para que diagnostique la causa y nos ponga un tratamiento. No olvides decirle al médico cuándo comenzó la fiebre y si tienes otros síntomas (tos, vómitos, diarrea, dificultad para respirar, sarpullidos en la piel…). Cuantos más datos le des al médico, más fácil será encontrar la causa que provoca la fiebre.
Tratamiento para bajar la fiebre
Normalmente se recurre a antitérmicos (paracetamol, ibuprofeno) para tratar la fiebre, aunque no siempre es imprescindible. La dosis se administrará cada 6-8 horas y, en casos estrictamente necesarios se puede valorar la posibilidad de alternarlos cada 4 horas.
Otros tratamientos disponibles son realización de baños de agua templada (2-3ºC por debajo de la temperatura corporal), retirar el exceso de ropa o mantas para evitar que siga subiendo el calor corporal, mantener la temperatura de casa agradable entre 20-22ºC y beber abundante líquido para evitar la deshidratación, que es una de las consecuencias más habituales de la fiebre,
Pruebas complementarias
- La necesidad de realizar pruebas complementarias depende de los hallazgos efectuados durante la anamnesis y la exploración.
- Los sujetos sanos que tienen un episodio de fiebre agudo y síntomas vagos y generales (por ejemplo, con malestar o dolor generalizado) probablemente sufran una enfermedad vírica que va a desaparecer sin necesidad de tratamiento. Por lo tanto, no requieren pruebas complementarias. La excepción son aquellos que han estado expuestos a un animal o insecto (llamado vector) que transportan y transmiten una enfermedad específica, como los sujetos con una picadura de garrapata, y las personas que han estado recientemente en un área donde un trastorno en particular (como la malaria) es común.
- Si el sujeto, por otro lado sano, tiene algún hallazgo que sugiera un trastorno particular, puede ser necesario realizar pruebas complementarias. El médico selecciona las pruebas necesarias en función de los hallazgos. Por ejemplo, si se tiene dolor de cabeza y rigidez en el cuello, se realiza una punción lumbar para buscar una meningitis. Si se presenta tos y congestión pulmonar, se realiza una radiografía de tórax para detectar si existe una neumonía.
- Los sujetos que presentan un riesgo elevado de infección, aquellos que tienen una afectación importante y aquellos con una edad avanzada, a menudo necesitan pruebas complementarias, incluso cuando los hallazgos no sugieran un trastorno particular. En estos casos a menudo se practican las siguientes pruebas:
- Un hemograma completo (incluyendo el número y la proporción de los diferentes tipos de glóbulos blancos o leucocitos)
- Radiografía de tórax
- Un análisis de orina
- PRUEBA ANALÍTICA