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Ruptura del tendón de Aquiles

mayo 22, 2025by Busta Soft0

Ruptura del tendón de Aquiles

La ruptura del tendón de Aquiles es una lesión grave que afecta el tejido fibroso que conecta los músculos de la pantorrilla con el hueso del talón. Este tendón es crucial para la movilidad, ya que permite caminar, correr y saltar. Su rotura ocurre cuando las fibras del tendón se desgarran parcial o totalmente, lo que resulta en una pérdida significativa de función en la extremidad afectada. Puede suceder por un esfuerzo repentino o por el desgaste progresivo del tendón debido a diversos factores. Dado que es la estructura tendinosa más fuerte del cuerpo humano, su ruptura representa un desafío importante en términos de tratamiento y recuperación.

Síntomas

El dolor intenso y repentino en la parte posterior del tobillo o la pantorrilla es el síntoma más característico. La sensación de chasquido o golpe fuerte en la zona afectada suele acompañar la lesión. Posteriormente, la persona experimenta inflamación y dificultad para caminar, además de una incapacidad para ponerse de puntillas. También puede aparecer un hematoma debido al daño en los tejidos. En casos de ruptura completa, el paciente puede notar una hendidura palpable en la zona donde el tendón se ha separado, indicando una lesión grave que requiere intervención médica inmediata.

Causas

La ruptura del tendón de Aquiles puede producirse por múltiples factores. Un movimiento brusco, como un salto repentino o una aceleración rápida, puede generar una tensión excesiva que lleve a la rotura. También el envejecimiento influye, ya que con los años el tendón pierde elasticidad y se vuelve más propenso a lesiones. Otras causas incluyen el uso prolongado de ciertos medicamentos que afectan la integridad del tejido, como los corticosteroides o algunos antibióticos. Factores como la tendinitis crónica, la falta de calentamiento antes del ejercicio y la práctica de deportes de alta intensidad sin un adecuado acondicionamiento físico pueden incrementar el riesgo.

Tipos

Las rupturas pueden clasificarse en parciales o completas. La ruptura parcial afecta solo una parte del tendón, lo que permite cierta movilidad aunque con dolor y debilidad. La ruptura completa implica la separación total del tejido, lo que provoca una incapacidad funcional en la pierna afectada. También se pueden diferenciar entre traumáticas, que ocurren de manera súbita por un impacto o esfuerzo exagerado, y degenerativas, que resultan del desgaste progresivo del tendón debido a la edad o afecciones médicas. Determinar el tipo de ruptura es fundamental para elegir el tratamiento más adecuado.

Diagnóstico

El diagnóstico se realiza mediante una evaluación clínica y pruebas de imagen. El médico examina la movilidad del pie afectado, evalúa la presencia de inflamación y dolor, y realiza la prueba de Thompson, que consiste en apretar la pantorrilla para observar si el pie responde con una contracción involuntaria. Si no hay movimiento, es probable que el tendón esté roto. Para confirmar la gravedad de la lesión, se pueden realizar estudios como la ecografía o la resonancia magnética, que permiten visualizar el estado del tendón y determinar si la lesión requiere tratamiento quirúrgico.

Tratamiento

El tratamiento puede ser conservador o quirúrgico. En personas menos activas, se puede optar por la inmovilización con férulas y fisioterapia para fortalecer los músculos circundantes. Sin embargo, en casos de ruptura completa, la cirugía es la opción más recomendada, ya que permite reparar el tendón y restaurar su funcionalidad. Existen técnicas quirúrgicas mínimamente invasivas y procedimientos abiertos, dependiendo del daño. La recuperación postoperatoria incluye terapia física, ejercicios de fortalecimiento y un periodo de reposo para evitar complicaciones.

Prevención

La prevención de esta lesión se basa en el fortalecimiento de la musculatura y el mantenimiento de la flexibilidad del tendón. Realizar ejercicios de calentamiento antes de la actividad física reduce el riesgo de sobrecarga. También es recomendable usar un calzado adecuado que brinde soporte al pie y mantener un peso saludable para evitar presión excesiva sobre el tendón. Incrementar la intensidad del entrenamiento de manera progresiva y evitar movimientos bruscos también contribuyen a reducir la posibilidad de lesión.

Factores de riesgo

Algunos factores aumentan la probabilidad de sufrir una ruptura del tendón de Aquiles. La edad avanzada disminuye la elasticidad del tejido, haciéndolo más vulnerable. El sedentarismo puede debilitar el tendón, mientras que el sobrepeso genera mayor presión sobre la estructura. Ciertos medicamentos afectan la resistencia tendinosa, y la práctica de deportes que involucran movimientos explosivos incrementa el riesgo de lesión. Las personas con antecedentes de tendinitis o lesiones previas en el tendón también son más propensas a sufrir esta afección.

Complicaciones

Las principales complicaciones incluyen la pérdida de fuerza en la pierna afectada, reducción de la movilidad y desarrollo de tejido cicatricial, lo que puede limitar la flexibilidad del tendón. En algunos casos, la cirugía puede conllevar riesgos como infecciones o problemas de cicatrización. Si la rehabilitación no se realiza adecuadamente, existe una mayor probabilidad de una nueva ruptura, prolongando el tiempo de recuperación. La fisioterapia es esencial para minimizar estos riesgos y mejorar la funcionalidad del tendón.

Pronóstico

El pronóstico depende del tratamiento y del compromiso del paciente con la recuperación. Con cirugía y terapia adecuada, la mayoría de los pacientes pueden recuperar la movilidad normal en un periodo de seis meses a un año. Sin embargo, algunos pueden experimentar una disminución en la resistencia y fuerza del tendón, especialmente si no siguen un protocolo de rehabilitación adecuado. La clave para una recuperación completa es la constancia en la terapia y la reintroducción progresiva de actividades físicas para evitar una recaída.

 

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