La Gota
La gota es un trastorno en el que se acumulan en las articulaciones depósitos de cristales de ácido úrico como consecuencia de las concentraciones elevadas de ácido úrico en sangre (hiperuricemia). Las acumulaciones de cristales causan brotes (crisis) de inflamación dolorosa en las articulaciones y a su alrededor.
¿Cuáles son las causas de la gota?
La gota está causada cuando los niveles de ácido úrico en el cuerpo son superiores al registro normal. Esto ocurre en los casos en que el cuerpo produce demasiado ácido úrico o cuando el organismo tiene dificultades para eliminar el ácido úrico. Cuando se produce una acumulación demasiado grande de ácido úrico en el líquido alrededor de las articulaciones, se forman los llamados cristales de ácido úrico. Estos cristales provocan la inflamación de la articulación y provocan dolor, hinchazón y subida de temperatura en el área afectada. A día de hoy se desconoce exactamente la causa de la gota. Esta enfermedad puede ser hereditaria y los varones, las mujeres posmenopaúsicas y las personas alcoholicas, son más sensibles a padecerla. Por otro lado, conforme las personas van envejeciendo, la gota se hace más común.
Por otro lado la gota puede manifestarse en personas con:
Diabetes
Enfermedad renal
Obesidad
Anemia drepanocítica y otras anemias
Leucemia y otros cánceres de la sangre
La gota también puede aparecer después de la toma de medicamentos que impidan la eliminación del ácido úrico del organismo. Las personas que toman algunos medicamentos como hidroclorotiazida y otros diuréticos, pueden tener un mayor nivel de ácido úrico en sangre.
¿Qué síntomas tiene la gota?
La gota puede inflamar una o más articulaciones. Las que se ven afectadas con mayor frecuencia suelen ser el dedo gordo del pie, el empeine, el tobillo y la rodilla.
Los síntomas suelen presentarse de manera brusca, a menudo durante la noche:
En muy poco tiempo, la articulación pasa de estar normal a sufrir una inflamación muy fuerte.
Dolor muy intenso: descrito a menudo como insoportable.
Hinchazón y enrojecimiento de la articulación
Aumento local de la temperatura de la articulación.
Gran sensibilidad al tacto.
También puede haber fiebre, si bien su aparición requiere descartar otros procesos, como una infección.
Los síntomas duran entre tres y diez días, y luego suelen desaparecer, incluso sin tratamiento. Sin embargo, con el paso del tiempo, suelen repetirse. Por lo general, los nuevos ataques de gotas serán cada vez más frecuentes, durarán más tiempo y sus consecuencias sobre la salud serán más graves. Pueden afectar a varias articulaciones y acabar volviéndose crónicos, lo que se conoce como artritis gotosa. Esta enfermedad puede dañar las articulaciones y reducir la movilidad.
También, a la larga podemos encontrar en estos pacientes los denominados tofos gotosos, que son acúmulos de dichos cristales debajo de la piel y formando nódulos, que suelen encontrarse alrededor de las articulaciones afectadas por ataques anteriores de gota; también puede existir afectación renal en forma de cálculos renales, por ejemplo.
Diagnóstico
Los médicos suelen diagnosticar gota según tus síntomas y la apariencia de la articulación afectada. Dentro de las pruebas que ayudan a diagnosticar gota se encuentran las siguientes:
Análisis del líquido sinovial. El médico puede usar una aguja para extraer líquido de la articulación afectada. Los cristales de urato pueden verse cuando se examina el líquido debajo de un microscopio.
Análisis de sangre. Tu médico puede recomendarte que realices un análisis de sangre para medir los niveles de ácido úrico en la sangre. Sin embargo, los análisis de sangre pueden ser confusos. Algunas personas tienen niveles de ácido úrico elevados, pero nunca tienen gota. Y algunas personas tienen signos y síntomas de gota, pero no tienen niveles inusuales de ácido úrico en la sangre.
Radiografías. Las radiografías de las articulaciones pueden ayudar a descartar otras causas de la inflamación articular.
Ecografía. Esta prueba utiliza ondas sonoras para detectar cristales de urato en las articulaciones o en los tofos.
Tomografía computarizada de doble energía. Esta prueba combina imágenes por rayos X tomadas desde diferentes ángulos para poder ver los cristales de urato en las articulaciones.
Tratamiento crónico
Tratamiento que disminuye la concentración de ácido úrico en plasma
Indicaciones: ataques recurrentes (>2/año), tofos gotosos, artropatía gotosa, litiasis gotosa. Considerar desde el inicio de la enfermedad, sobre todo en enfermos <40 años, con uricemia >480 µmol/l (8,0 mg/dl) o con enfermedades concomitantes (p. ej. con disfunción renal, hipertensión arterial, enfermedad coronaria o insuficiencia cardíaca), así como en personas asintomáticas con hiperuricemia pronunciada (>720 µmol/l [12 mg/dl]) o con riesgo de síndrome de lisis tumoral
Objetivo del tratamiento: obtención y mantenimiento de por vida de los niveles séricos de ácido úrico <360 µmol/l (6 mg/dl); y en enfermos con tofos gotosos, artropatía crónica o ataques frecuentes inicialmente <300 µmol/l (5 mg/dl) para una disolución más rápida de los cristales del urato de sodio (tras la corrección de los cálculos, puede reducirse la intensidad del tratamiento). No reducir la uricemia <180 µmol/l (3 mg/dl), ya que puede aumentar el riesgo de aparición de enfermedad de Parkinson y de Alzheimer.
Tratamiento profiláctico: para evitar el agravamiento de la gota, iniciar el tratamiento que disminuye la concentración de ácido úrico en plasma pasadas ~2 semanas desde la remisión del ataque de gota, y precederlo del tratamiento profiláctico con colchicina (0,5-1 mg/d), y en caso de contraindicaciones o intolerancia con AINE a dosis baja, que debe continuarse 6 meses. En caso de aparición de un ataque de gota durante el tratamiento, no suspenderlo.
Prevención
Es posible que la enfermedad no se pueda prevenir, aunque sí se pueden evitar los factores que desencadenan los síntomas.
Tomar medicinas para reducir el ácido úrico puede prevenir la evolución de esta enfermedad. Es recomendable beber mucho líquido (evitando las bebidas alcohólicas) y llevar una dieta rica en cereales, féculas y verduras frente a las purinas que pueden encontrarse en el marisco, la carne roja y el pescado azul. Una dosis baja y diaria de colchicina puede prevenir los ataques o, al menos, reducir su frecuencia.
En el caso de personas con niveles muy elevados de ácido úrico en sangre, el alopurinol (un inhibidor de la producción de ácido úrico) puede ser la solución, aunque también puede causar molestias de estómago y lesiones del hígado.
Los tofos, si los hubiera, suelen reducirse a medida que disminuye el valor de ácido úrico en sangre, pero puede ser necesario extirparlos quirúrgicamente en el caso de que sean excesivamente grandes.
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