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Herpes Zoster

El herpes zoster es una enfermedad producida por el herpes virus varicela zoster, el mismo virus responsable de la varicela. Se trata de una enfermedad generalmente benigna, pero que en algunas personas deja como secuela un dolor crónico en la zona afectada.

¿Por qué se produce?

La causa más frecuente de la reactivación del virus es la disminución de las defensas del organismo provocada por enfermedades, medicamentos, malnutrición o edad avanzada, aunque con frecuencia la causa no puede precisarse. Puede aparecer a cualquier edad, siendo más frecuente en la edad adulta que en la infancia. En el niño es raro antes de los 5- 6 años y en el adulto ocurre sobre todo a partir de los 50 años.

Aunque puede afectar a niños correctamente vacunados frente a la varicela por reactivación del virus vacunal, que es el mismo que produce el herpes zoster, pero atenuado, su frecuencia es mucho menor que tras padecer la enfermedad.

Signos y síntomas

En el sitio afectado aparece dolor lancinante, disestésico o de otro tipo y 2 o 3 días más tarde un exantema, en general formado por grupos de vesículas sobre una base eritematosa. El sitio suele corresponder al área de distribución de uno o varios dermatomas adyacentes en la región torácica o lumbar, aunque también pueden aparecer algunas lesiones satélite. Las lesiones características son unilaterales y no cruzan la línea media del cuerpo. El área de la lesión presenta hiperestesia y dolor, que puede ser intenso. Las lesiones suelen seguir formándose durante alrededor de 3 a 5 días.

¿Qué factores de riesgo existen?

Tienen más probabilidades de desarrollar herpes zóster:

Las personas mayores: con el paso de los años, el sistema inmunológico se debilita y aumenta la dificultad del organismo para hacer frente a las infecciones. A partir de los 70 años, la incidencia del herpes zóster alcanza su punto máximo, para descender algo entre los octogenarios.

Tener el sistema inmunológico deprimido: puede ser el caso de personas infectadas por VIH, afectadas por tumores que produzcan alteraciones del sistema inmune, así como las que se sometan a quimioterapia o radioterapia para combatir un cáncer o personas trasplantadas que sigan un tratamiento farmacológico para evitar el rechazo. También es frecuente apreciar casos entre personas con la inmunidad en buen estado pero en situaciones de debilidad o de cansancio.

Diagnóstico

Evaluación médica

Raramente, análisis o biopsia de una muestra tomada de las ampollas

 

Las personas que sospechen que pueden tener un herpes zóster deben acudir al médico de inmediato porque, para ser eficaz, el tratamiento debe iniciarse de forma precoz. Los médicos les pedirán que describan con precisión la ubicación del dolor; el dolor en una franja poco delimitada en un lado del cuerpo sugiere un herpes zóster. Si las ampollas características aparecen siguiendo el patrón propio de la enfermedad (en una franja de piel que representa un dermatoma), el diagnóstico es claro.

En raras ocasiones, los médicos toman una muestra de las ampollas para analizarlas o realizan una biopsia de piel para confirmar el diagnóstico.

 

Tratamiento

Aciclovir, famciclovir o valacilovir son las opciones de tratamiento del herpes zóster más empleadas.

No es posible eliminar el virus del herpes zóster del organismo mediante ningún tratamiento, aunque si se pueden tomar determinados medicamentos para aliviar o disminuir los síntomas y recuperarse lo antes posible.

El tratamiento con aciclovir se acepta para la varicela y el herpes zóster. Este medicamento, administrado por vía oral durante 7-10 días, es muy beneficioso para pacientes con una reactivación del virus varicela-zóster. Su complicada posología lo relega solo a tratamientos intravenosos en casos complicados.

Otros fármacos que también son muy útiles como tratamiento del herpes zóster, son el famciclovir y el valacilovir, que ofrecen muchas ventajas en cuanto a su administración, ya que requieren menor dosis diaria. Desde hace unos años se emplea la brivudina mediante una dosis al día durante una semana con un índice de resolución de las lesiones cutáneas muy alto, y una disminución importante de la incidencia de neuralgia posherpética.

Se debe también realizar un tratamiento tópico sobre las lesiones cutáneas con el fin de acelerar el proceso de costra y evitar las molestias y las sobreinfecciones. Para ello se suelen aplicar fomentos de sulfato de zinc diluidos. Es importante evitar la ropa ajustada que roce con las lesiones pues puede generar molestias y enlentecer el proceso.

Si existe afectación ocular, se debe derivar al paciente al servicio de oftalmología, donde le pautarán aciclovir tópico y sistémico para el tratamiento de su herpes zóster.

En casos especiales, como en pacientes con SIDA u otros estados de inmunodepresión, el aciclovir debe emplearse por vía intravenosa, por lo que requerirán siempre hospitalización. De esta forma se reduce la posibilidad de que aparezcan complicaciones posteriores.

Si existe neuralgia posherpética lo más importante será el uso de analgésicos para el alivio del dolor. Se han empleado para ello el clorhidrato de amitriptilina y el clorhidrato de flufenacina.

Otros, indicados para la epilepsia, como gabapentina y pregabalina, son eficaces en el control del dolor. También se emplean análogos opioides como el tapentadol, con una buena tolerancia y un menor índice de efectos adversos que los opioides convencionales, así como parches de lidocaína sobre la zona dolorida, pero ya sin ampollas ni costras.

También se ha demostrado que el uso precoz de glucocorticoides ha acelerado de forma muy significativa algunos aspectos relativos a la mejoría de la calidad de vida del paciente, como son el retorno a la actividad habitual y la interrupción del tratamiento analgésico

¿Cuál es su pronóstico del herpes zóster?

El herpes zóster es generalmente un cuadro autolimitado que se resuelve espontáneamente en una o dos semanas. En algunos pacientes puede persistir una neuralgia postherpética de duración variable.

En los pacientes inmunodeprimidos existe riesgo de generalización del virus con afectación de otros órganos y peor pronóstico. De ahí la importancia del diagnóstico y tratamiento precoz en estos pacientes.

En lo que respecta a la localización, el herpes ocular presenta un peor pronóstico respecto al resto, por la posibilidad de evolucionar a ceguera.

Es importante comentar que el herpes zóster es una enfermedad contagiosa y durante su duración debe evitarse el contacto con personas que no hayan estado en contacto con el virus previamente, especialmente si son inmunosuprimidos o mujeres embarazadas.

 

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