Autismo
Los trastornos del espectro autista (TEA) son una discapacidad del desarrollo que puede provocar problemas sociales, comunicacionales y conductuales significativos. A menudo, no hay indicios en el aspecto de las personas con TEA que los diferencien de otras personas, pero es posible que quienes tienen un TEA se comuniquen, interactúen, se comporten y aprendan de maneras distintas a otras personas.
Síntomas asociados
Todo síndrome clínico presenta, aparte de los llamados síntomas fundamentales, nucleares o patognomónicos, y que constituyen la base de su definición, un conjunto de síntomas secundarios o asociados (que no son necesarios para incluir a un sujeto particular en una categoría diagnóstica dada) y que pueden variar notablemente en cada individuo.
En el autismo, un síntoma asociado de primer orden lo constituye la discapacidad intelectual, que afecta a un 50%, aproximadamente de toda la población afectada.
Juntamente con la discapacidad intelectual, los síntomas secundarios más frecuentes en el autismo son:
- Hiperactividad (infancia)
- Hipoactividad (adolescencia y edad adulta)
- Humor lábil
- Baja tolerancia a la frustración
- Crisis de agitación (con o sin causa aparente)
- Impulsividad
- Autoagresividad
- Heteroagresividad (menos frecuente que la autoagresividad)
- Alteraciones del sueño
- Trastornos de la alimentación (hiperselectivitat, pica)
- Crisis epilépticas (20-25% de la población total)
Diagnóstico en los niños pequeños
El diagnóstico en los niños pequeños suele ser un proceso de dos etapas:
Primera etapa: Evaluación del desarrollo general durante los chequeos periódicos de los niños
Todos los niños deben acudir a chequeos periódicos con un pediatra o un proveedor de atención médica de la primera infancia. La Academia Americana de Pediatría recomienda evaluar a todos los niños para detectar retrasos en el desarrollo durante sus chequeos periódicos de los 9, 18 y 24 o 30 meses. La evaluación específica para trastornos del espectro autista debe hacerse en las consultas de los 18 y los 24 meses. Es posible que se requieran evaluaciones adicionales si los niños presentan un alto riesgo de algún trastorno del espectro autista o de otros problemas del desarrollo. Los niños que tienen un alto riesgo incluyen aquellos que tienen familiares con estos trastornos, muestran algunos de los comportamientos relacionados con el espectro autista, tienen padres o madres mayores, tienen ciertas afecciones genéticas o nacieron con un peso muy bajo.
Las experiencias e inquietudes de los padres son muy importantes en el proceso de evaluación de los niños pequeños. A veces, el médico les hará preguntas sobre el comportamiento de los niños y usará esa información junto con herramientas para evaluar los trastornos del espectro autista y sus propias observaciones. Los niños que muestran ciertos problemas del desarrollo durante este proceso de evaluación se remiten para una segunda etapa de la evaluación.
El diagnóstico formal y las recomendaciones para el tratamiento se basarán en los resultados de esta evaluación.
¿Cómo se trata el autismo?
Tratamiento de los niños con autismo
Aquellos pacientes que tienen acceso temprano a tratamiento multimodal mejoran significativamente. El ambiente debe ser altamente estructurado e incluir profesores de educación especial, terapia del lenguaje y logopedia, tratamiento vocacional y entrenamiento en habilidades adaptativas.
El tratamiento conductual reduce los comportamientos no deseados, promueve el lenguaje y la interacción social y, además, aumenta habidades que fomentan la independencia.
Es fundamental el trabajo de los padres para ayudar a su hijo y buscar los servicios necesarios disponibles en su área.
Hay asociaciones de padres de niños con autismo que son muy útiles para organizar y distribuir los recursos.
Los programas educativos deben basarse en principios estructurados e incluir sistemas de aprendizaje del comportamiento, terapia del lenguaje y terapia ocupacional. La psicoterapia está indicada en los autismos de alto grado de funcionamiento el en el trastorno de Asperger, todo ello encaminado a mejorar las competencias sociales o la expresión de sentimientos.
A veces, es necesario el uso de medicación para tratar síntomas psiquiátricos que pueden aparecer, como antidepresivos para reducir los comportamientos repetitivos; y antipsicóticos para mejorar la interacción social.
Tratamiento del TEA
Para mejorar el pronóstico de las personas afectadas de TEA, es muy importante realizar un diagnóstico temprano e iniciar el tratamiento lo más temprano posible. Los programas de intervención deben ser integrales (dirigidos a todas las áreas evolutivas y los diferentes contextos) y tener en cuenta las características individuales de cada persona. La coordinación entre los diferentes profesionales y servicios que atienden al niño/a afectado debe ser muy efectiva y es recomendable que uno de los profesionales implicados actúe como referente, con la misión de coordinar las diversas actuaciones y convertirse en el interlocutor preferente de la familia. Respecto de esta, es muy importante que los padres reciban un asesoramiento y apoyo adecuados, y que se elabore un programa para el hogar, con descripción de objetivos específicos y metodología de trabajo.
Los servicios básicos dirigidos a los afectados deben cubrir sus necesidades, desde el momento en que son diagnosticados y durante todo el ciclo vital, con servicios de apoyo a las familias, que permitan a los padres convivir con el hijo afectado el mayor tiempo posible, sin desestructurar el núcleo familiar y conseguir así una verdadera integración en la sociedad.
Complicaciones
Los problemas con las interacciones sociales, la comunicación y la conducta pueden dar lugar a lo siguiente:
Problemas en la escuela y de aprendizaje
Problemas laborales
Incapacidad para vivir de forma independiente
Aislamiento social
Estrés en la familia
Victimización y ser objeto de intimidaciones
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