Deshidratación
La deshidratación sucede cuando el cuerpo pierde demasiada cantidad de agua. Esto puede suceder si un niño deja de tomar líquidos o pierde grandes cantidades de líquido debido a diarrea, vómito o sudoración. La deshidratación disminuye la cantidad de sangre que circula hacia los órganos
¿Cuáles son los signos y los síntomas de la deshidratación?
Algunos de los síntomas de la deshidratación son los siguientes:
Boca seca o pegajosa
Ausencia o escasez de lágrimas al llorar
Ojos hundidos
En los bebés, fontanela de la parte superior de la cabeza hundida
Orinar menos o mojar menos pañales que de costumbre
Mal humor o irritabilidad
Somnolencia o mareos
¿Qué causa la deshidratación?
Usted puede deshidratarse por lo siguiente:
Diarrea
Vómitos
Sudar demasiado
Orinar demasiado (por ciertos medicamentos y enfermedades)
Fiebre
No beber suficientes líquidos
Diagnóstico
Un médico utilizará exámenes físicos y mentales para diagnosticar la deshidratación. Un paciente que presenta síntomas como desorientación, presión arterial baja, ritmo cardíaco rápido, fiebre, falta de sudor y piel inelástica generalmente se considerará deshidratado.
Los análisis de sangre se usan a menudo para evaluar la función renal y controlar los niveles de sodio, potasio y otros electrolitos. Los electrolitos son sustancias químicas que regulan la hidratación en el cuerpo y son vitales para la función nerviosa y muscular. Un análisis de orina proporcionará información muy útil para ayudar a diagnosticar la deshidratación. En una persona deshidratada, la orina tendrá un color más oscuro y será más concentrada, conteniendo un cierto nivel de compuestos llamados cetonas.
Para diagnosticar la deshidratación en los bebés, los médicos generalmente buscan un punto blando hundido en el cráneo. También pueden buscar pérdida de sudor y ciertas características de tono muscular.
Tratamiento luego de la rehidratación
Una vez que su niño esté mejor hidratado, el siguiente paso es lograr que vuelva a comer como lo hace normalmente. Habitualmente, esto puede ocurrir alrededor de 4 a 6 horas después del último episodio de vómitos. Ofrézcale a su niño los alimentos y las bebidas habituales que le gustan.
No es necesario que le dé una dieta restringida como la dieta antidiarreica (plátano, arroz, puré de manzana, tostadas). Sin embargo, evite ofrecerle a su niño alimentos con un alto contenido de azúcar o dulces, alimentos fritos o con alto contenido de grasas y alimentos picantes hasta que se haya recuperado.
No diluya con agua, solución oral de rehidratación u otro líquido el preparado para lactantes o la leche que le va a dar a su niño.
Si su niño tiene vómitos o diarrea continuos, adminístrele 10 ml/kg de solución oral de rehidratación por cada episodio de heces o vómitos. También puede ofrecerle los alimentos y las bebidas habituales que le gustan. Aunque tenga diarrea, habitualmente resulta mejor continuar ofreciéndole leche y otros alimentos nutritivos que el cuerpo de su niño necesita para recuperarse y curarse.
¿Cómo puedo prevenir la deshidratación?
Cuando estés enfermo, trata de beber más líquidos.
Si vas a hacer deporte o a participar en una actividad física intensa, necesitarás beber más que de costumbre. Bebe más agua antes de salir en días calurosos, cuando vayas a hacer deporte o a estar activo físicamente. Bebe también a intervalos regulares (aproximadamente cada 20 minutos) durante la actividad física.
Beber agua antes, durante y después de hacer deporte es suficiente para mantenerse bien hidratado. A algunos deportistas que hacen ejercicio durante largos períodos de tiempo o en días muy calurosos les puede ir bien tomar bebidas deportivas que contengan azúcar y electrolitos. Pregunta a tu médico o entrenador si crees que necesitas tomar bebidas deportivas.
Factores de riesgo
Todas las personas pueden deshidratarse, pero algunas corren más riesgos:
Bebés y niños. Debido a que son el grupo con más probabilidades de sufrir diarrea y vómitos, los bebés y los niños son especialmente vulnerables a la deshidratación. Como la superficie corporal de un niño en relación con su peso es mayor que la de un adulto, los niños también pierden una mayor proporción de líquido en caso de fiebre alta o quemaduras. Los niños pequeños a menudo no pueden decirte cuando tienen sed ni pueden beber un vaso de agua solos.
Adultos mayores. A medida que creces, la reserva de líquidos de tu cuerpo se hace más pequeña, tu capacidad de conservar agua se reduce y la sensación de sed se hace menos fina. Estos problemas se agravan con enfermedades crónicas como diabetes y demencia, y con el uso de determinados medicamentos. Los adultos mayores también pueden tener problemas de movilidad que limitan su capacidad de obtener agua por sí mismos.
Personas con enfermedades crónicas. Tener diabetes no controlada o sin tratar aumenta el riesgo de deshidratación. Las enfermedades renales también aumentan el riesgo, como también lo hacen los medicamentos que aumentan la micción. Incluso tener un resfrío o dolor de garganta te hace más vulnerable a la deshidratación porque tienes menos ganas de comer o beber cuando estás enfermo.
Personas que trabajan o hacen ejercicios al aire libre. Cuando hace calor y está húmedo, aumenta el riesgo de deshidratación y las enfermedades causadas por el calor. Esto se debe a que cuando el aire está húmedo, el sudor no se evapora y te enfría con la rapidez que lo hace normalmente, y esto puede provocar una mayor temperatura corporal y la necesidad de beber más líquido.
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